Comenzamos la jornada en Vimianzo y nos dirigimos a Conjunto Etnográfico de Mosquetín y Río Grande, al que Manuel Rivas alude de esta forma en su obra Costa da Morte Blues, (1995):
O río
"Da outra banda, Señor, vexo este verde
e terras de ben dar
e un regato con vimbios de ouro vello
e un pombal de mensaxeiras
e un anxo que esfolla as espigas do millo
cabo dun hórreo de cen pés.
Sei que nunca cruzarei ese río
que para min murmura o laio dun adeus.
Ficarei nas ruínas do muíño
coa foula branqueando a xanela dos ollos.
Eis esa soberbia que chamarei destino.
Pero eu fun dos teus, Señor.
Quizais aínda gardes recordo daquel outro
que brincaba as roseiras tras o son da campá
e creu ter escrito para ti o poema do pan.
Pai Noso, pois, que estás nos ceos,
en memoria daquel que eu fun,
dille ao río Grande que toque
outra vez ese blues".
"[…] en la aldea de Aplazadoiro aparecieron una mañana todos los perros muertos, esto fue el aviso porque después empezaron a morir chiquillos hasta que no quedó ni uno, no había tantos, los muertos presentaban un bocado en la garganta, un mordisco limpio y con tres ojales, nadie oyó gritar a nadie, la guardia civil de Vimianzo no averiguó nada porque no pudo hacerlo, Vincent le dijo a Annelie que sospechaba de un náufrago del submarino ruso Igor Yavlinsky que se había convertido en lechuza que andaba merodeando por allí, por artes nefandas la oficialidad se había mudado en lechuzas y la marinería en medusas, Annelie le dijo que era mejor que se callase porque no le iban a hacer ni caso, hay asuntos en que los forasteros no deben ni entrar ni salir […]
-¿Sabe usted dónde para el cocodrilo amaestrado de Ricardiño, el hermano de Leonor? -No, se escondió en una de las tres fuentes de Tufiones y de él no volvió a saberse más nada”. “Ricardiño tenía un cocodrilo amaestrado pero lo perdió en Tufiones, se le metió en una de las fuentes del regato Mouriño y no volvió a salir nunca más, se conoce que estaba a gusto".
"Entre Cabo Vilano e tosto,
Entre Arou e Camariñas.
Hai chuvias das sete cores
E mirei ao lume do mar cravarse nos ollos do raposo".
"...la villa muy marinera... la blanca Camariñas. No falta quien, alabando la levedad, delicadeza y dibujo de los encajes tejidos por las mujeres de Camariñas, sostiene que imitan la calidad de las espumas".
“... cabos da costa brava da Coruña, onde o mar tece encaixes de Camariñas"
En Alba de Groria": Revista do Centro Galego de Buenos Aires, nº 427, agosto de 1948.