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Entrevista a Patrick Vilán

Entrevista a Patrick Vilán

Costa da Morte y surf son dos conceptos que van intimamente ligados. Sobre esto es buen conocedor Patrick Vilán, al frente de Caión Surf House, surfcamp que además oferta alojamiento a pie de playa en Caión, A Laracha. A continuación conoceremos su perspectiva sobre la situación actual del sector y las perspectivas de futuro del surf en toda esta costa.

Entrevista cofinanciada entre CMAT y la Xunta de Galicia a través de un convenio con Turismo de Galicia.

¿Turismo como revulsivo para la creación de escuelas de surf o surf como catalizador y dinamizador turístico da Costa da Morte?

El surf en Costa da Morte es una de las múltiples actividades y prácticas deportivas existentes en esta zona, siendo algunas de las más conocidas la Camino de los Faros o el peregrinaje a Finisterre, las rutas en kayak, senderismo... El disponer de un entorno idílico como el nuestro contribuye a que el surf esté presente en prácticamente todas las playas más importantes, contando con una buena infraestructura para poder dar servicio a esta demanda.

Sin duda las escuelas de surf contribuyen a dinamizar el sector turístico, al mismo tiempo que también este favorece que poco a poco las empresas se profesionalicen y crezcan para poder dar un servicio de mayor calidad.

¿En qué momento se encuentra el sector tras la pandemia y el posterior auge del turismo de naturaleza y del turismo activo? ¿Se percibe un mayor interés por la cultura del surf en esta zona?

En los meses inmediatamente posteriores a la pandemia, cuando se relajaron las restricciones por primera vez, sí se notó un gran incremento, ya que mucha gente optó por el surf y otras actividades al aire libre como una vía de escape tras todos los meses de encierro. Hubo un aumento considerable de la demanda, sobre todo desde la comunidad local y el turismo nacional. Poco a poco, tras ese boom inicial, el turismo nacional se estabilizó y se produjo un incremento de turismo más internacional, gracias a las medidas más laxas adoptadas por nuestro país. Este año, tanto uno como otro, se han estabilizado, no hemos percibido un incremento exponencial desde esos primeros meses post pandémicos.

Desde una perspectiva turística, podríamos diferenciar el “turismo de surf” propiamente dicho, el realizado por personas cuya motivación principal a la hora de elegir un destino sea la búsqueda de las mejores olas y, por otro lado, aquellas otras que conciben el surf como una experiencia más dentro de su viaje, una actividad complementaria. ¿Pueden convivir ambos tipos de experiencias en un mismo destino? ¿Se debería trazar una estrategia diferenciada para ambas vertientes?

En efecto, se trata de dos estrategias y perfiles distintos. Por un lado tenemos al surfista avanzando, probablemente con un perfil más aventurero, que busca un viaje más independiente. Normalmente se trata de una persona foránea, sobre todo vemos mucha gente de Alemania, Austria, Bélgica….

El impacto de este tipo de perfil en la zona es mucho menor, ya que viajan en un formato distinto, en autocaravanas y furgonetas camperizadas. Con el considerable aumento de este tipo de viajeros surge la necesidad de regular y trazar estrategias concretas para poder canalizar este tipo de turismo y que el impacto en la zona sea positivo, que repercuta en los agentes locales. Existen modelos a seguir como los de Francia o País Vasco, donde todo está muy regulado, con espacios habilitados, parkings de pago para furgonetas y demás.

En general, este tipo de turismo de surf más independiente no se acerca a las escuelas para pedir clases o alquilar material, acuden a playas menos masificadas, con más oleaje, mientras que el perfil de iniciación sí se nota más su impacto económico.

A Costa da Morte es sinónimo de playas recónditas, salvajes… ¿Cuáles recomendarías para la práctica del surf? ¿Cuáles son los atributos diferenciadores de esta zona con respecto a otras de Galicia?

Obviamente a Costa da Morte, su localización y en cierta medida la lejanía a centros o capitales urbanas hace que sea un lugar diferente, con un encanto que otras zonas no tienen. Por ejemplo, la zona de Oleiros o Ferrol, otros destinos importantes de surf en Galicia, sí cuentan con centros urbanos próximos, pero en el caso de Costa da Morte estos quedarían un poco más alejados. Esto ya hace que sea un lugar diferente al resto, con un planteamiento más aventurero, con una menor concurrencia, lo que sin duda es un efecto diferenciador.

Por un lado tendríamos las playas de fácil acceso, cómodas, con olas aptas para practicamente todos los niveles (Caión, Razo, Malpica, Nemiña…) y por otro lado estarían aquellas con accesos más complicados, caracterizadas por una costa más expuesta, más abrupta y con mayores riesgos, que solo deben de ser afrontados por los surfistas más experimentados. Estas playas menos conocidas, que no figuran en mapas o guías turísticas son las que busca el surfista más avanzado, adentrándose en la Galicia más salvaje, más desconocida. El no tener a tu alcance, por ejemplo, unos accesos sencillos, una cámara en directo donde ver el estado del mar también es parte de esta aventura, el no poder planificarlo todo al detalle y dejar siempre algo a la improvisación.

Ya dentro del mar, ¿cómo es la convivencia entre los que os dedicáis profesionalmente al surf y los turistas o bañistas en las zonas más masificadas? ¿Crees que en las playas con mayor afluencia debería de existir una regulación visible para todos y todas, con respecto a la ordenación de estos espacios?

En los más de 20 años que llevo en el mundo del surf, he visto como algunas zonas se han ido masificando con el paso de los años. Poco a poco, organismos como Costas, la Federación de Surf y los propios ayuntamientos han empezado a regular tímidamente, pero seguimos lejos de que exista una normativa adecuada en cuanto a la gestión de estos lugares y sobre todo, a saber darle valor a la práctica del surf.

Existen muchos ejemplos de cómo en algunas zonas como Ericeira (Portugal), reserva mundial de surf, Ribamontán en Cantabria o el país galo, conciben el surf como un catalizador de turismo, como apuestan totalmente por ello, dándole prioridad con zonas acotadas para el usuario local o turista, dándole más valor al surfista y a su espacio. Queda mucho para que en Galicia se apueste firmemente por el surf y exista una convivencia ideal entre ambas partes.

¿Existen sinergias y colaboraciones entre el mundo del surf y los agentes turísticos en destino (alojamientos, restauración, otras empresas de turismo activo…)? Véase, alojamientos y/o agencias de viajes que ofrecen, por ejemplo, bautismos de surf…

Sí, está claro que hay muchos modelos de negocio diferentes dentro de este sector; tenemos empresas que se dedican exclusivamente a dar clases de surf y otras que apuestan por ofrecer, más que una clase, una experiencia, complementando la práctica deportiva con experiencias gastronómicas y culturales, por ejemplo. Este tipo de modelo siempre viene vinculado a sinergias con empresas de la zona, por ejemplo, en nuestra escuela colaboramos con empresas que ofrecen visitas a las Islas Sisargas, con casas rurales, apartamentos turísticos y alojamientos en general... Sin embargo, sí es cierto que hay surfcamps donde ya canalizan todo de forma interna, haciendo todo dentro de las propias instalaciones de la escuela.

¿Cómo podrían contribuir las escuelas de surf a la desestacionalización de determinadas zonas turísticas durante los meses de verano?

Debemos desestacionalizar la práctica del surf, por ejemplo, los meses de mayo, junio, septiembre, octubre o noviembre, son meses donde puedes sentir una conexión, una sintonía mágica con el mar. Lamentablemente, seguimos con la mentalidad de viajar exclusivamente en julio, agosto, donde se paraliza todo. Este hecho nos lo han comentado mucho los turistas extranjeros que acuden a los campeonatos o a clases, donde nos preguntan por qué se paraliza todo durante un determinado mes. En mi opinión, en este sentido, deberíamos europeizarnos un poco y desestacionalizar incluso nuestras vacaciones, repartir todo un poco más a lo largo del año.

La propuesta de paquetes atractivos fuera de la temporada estival y el promocionar determinadas actividades ya desde Semana Santa o noviembre puede atraer al público que busca algo más allá del  verano, un tipo de turismo más relajado.Ofrecer paquetes que incluyan experiencias gastronómicas, por ejemplo, organizar y combinar estas actividades con la celebración de campeonatos… son algunas de las acciones que contribuyen a complementar la actividad principal de las escuelas de surf.

En relación con la pregunta anterior, ¿cuál es la mejor época del año para la práctica del surf en la zona de la Costa da Morte, sea cual sea el nivel? ¿Podrías indicarnos algunas de las ventajas de practicar surf en invierno o fuera del verano?

El invierno es duro, los meses de diciembre a marzo y abril son complicados para el surf de iniciación, estamos en una costa muy exigente. Sin embargo, al mismo tiempo, es una época en la que los surfistas de alto nivel buscan precisamente esto, las mejores olas y las playas menos masificadas. Sin duda el concepto generalizado de que la práctica de surf es exclusiva del verano debe de cambiar, ya que puede prolongarse mucho más allá de los meses más calurosos, por supuesto.

La práctica del surf, la sostenibilidad y el medio ambiente son conceptos íntimamente ligados, ¿cuál o cuáles crees que son las mejores acciones para contrarrestar o paliar el efecto que un turismo de masas puede ejercer en determinadas playas?

Obviamente el surfista es el primer interesado en el océano y en el medio ambiente, el vivir conectados con el mar es imprescindible para nosotros. Desde la comunidad del surf hay un gran sentimiento de responsabilidad y colaboración para contribuir a que el medio esté en las mejores condiciones posibles. De manera individual todos los surfistas contribuyen, cuando sales del agua tienes en una mano la tabla y en la otra basura que te puedas llegar a encontrar.

Hace años, este tipo de acciones no eran tan habituales, pero actualmente sí hay bastante conciencia, con el desarrollo de campañas específicas. A nivel comunidad existen distintas plataformas que organizan talleres, eventos, charlas… Todo ello contribuye a visibilizar este problema y a proporcionar soluciones, aunque sean mínimas y de forma individual.

El programa Surf and Clean de Costa da Morte, por ejemplo, trabaja desde la parte más educativa, colaborando con talleres, charlas y cursos con colegios, concienciando a los más pequeños a través del surf. Las instituciones también tienen que involucrarse con la recogida de basura en los espacios naturales, con espacios de parking y de recreo sostenibles y regulados, con unas capacidades controladas, facilitando el transporte público para desmovilizar la gran cantidad de coches que llegan a las playas con la consecuente contaminación que generan.

Por último, en tu opinión, ¿qué acciones se podrían implementar para contribuir a que la sociedad fuera consciente de las oportunidades que el mundo del surf podría proporcionar a la Costa da Morte y a Galicia en general?

Obviamente mi perspectiva puede ser distinta a la de otras personas , sobre todo aquellas que aún conciben el surf como una actividad peligrosa, muy centrada en el verano, o sólo orientada a las personas más aventureras, de cierta edad etc. Es indispensable cambiar estas ideas, y concienciar sobre la importancia del surf y todos los beneficios que puede traer a todos los niveles, desde los beneficios para la salud, como forma de liberar endorfinas, hasta su impacto económico, canalizando todo esto hacia un turismo de calidad sostenible, con una gestión realizada por gente autóctona, local, que vive en la zona y que conoce su casuística.

Hay ejemplos como Marruecos o algunas zonas de Galicia donde existe un incipiente número de nuevas escuelas de gente foránea, sobre todo suiza, austríaca, alemana, que generan un efecto burbuja sobre ellos mismos e invisibilizan el impacto en la zona. El discurso de todas las escuelas de la zona debería ser el de generar más comunidad, que los organismos públicos contribuyan a facilitar esta convivencia y hacer una hoja de ruta de cómo ayudar a compaginar el turista libre o surfista libre y a los locales. Es una ecuación delicada, pero totalmente posible y necesaria.

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